- Tuvo una destacada participación en el Campeonato Mundial de Kona.
- Fue una gran aventura que vivió en familia en la Gran Isla de Hawái.
Genaro Gabriel Ascencio Ortega
La Voz de Durango
“El sueño de Kona comenzó hace muchos años. Desde que era niña, cada año veía la transmisión en vivo y el video anual del Ironman en Kona con mi papá, y siempre fue un sueño poder estar ahí. El viaje fue largo, pero valió la pena. La Gran Isla de Hawái fue un sueño, y en vísperas del Ironman era aún más un paraíso. Ciclistas rodando a todas horas, corredores y nadadores de todas partes del mundo, era un sueño hecho realidad. Llegamos cuatro días antes de la competencia para poder aclimatarme y descansar un poco antes de la carrera”, compartió Michelle Inai Gallegos Olivas.
FIESTA DEPORIVA
Agregó que fue el martes cuando se llevó a cabo el Desfile de Naciones, en el que cada país hacia su recorrido por Ali’i Drive, y para ella fue grandioso poder estar ahí. Los días posteriores fueron de aclimatación. Poder nadar en Kailua Bay entre delfines, peces y muchas nadadoras hizo que los días previos a la carrera fueran más relajados. Probar su bici y correr ahí también hicieron todo más ligero.
LOS VOLUNTARIOS
“Un día antes dejé la bici y mis bolsas de transición, lo que daba paz al saber que todo estaba en su lugar. La noche previa fue tranquila y pude tener un buen sueño, algo que ayuda muchísimo antes de un evento así. Después de dormir bien, a las 4:00 de la mañana, estábamos todos despiertos, desayunando, poniendo los números y preparando los últimos detalles. Los voluntarios en el Ironman son todo, desde que llegas te aplauden, te desean suerte, te dicen que disfrutes, que te diviertas, que estás en el Campeonato del Mundo y eso te hace sentirte en paz”, detalló.
LA COMPETENCIA
Su categoría fue el último heat en salir, así que después de que cerrara la transición esperó una hora para poder comenzar. Vio salir a la categoría Élite, y justo después estaban todas en el agua, flotando y esperando. No tuvo la natación que esperaba, pero sabía que el día sería largo y que había que tener mucha paciencia. En el ciclismo, que era la parte en la que planeaba remontar, fue muy duro y no tuvo las sensaciones que esperaba, aun así, trató de mantenerse positiva. Ya en la carrera, alrededor del kilómetro 13, tuvo un dolor muy fuerte en el estómago, pero sabía que nada iba a detenerla. Solo continuó, hasta finalizar el maratón en completa oscuridad.
CRUZÓ LA META
“Llegar y ver la meta fue un alivio. Todo dejó de doler, todo había valido la pena. A pesar de que no fue el día perfecto, el poder estar ahí ya lo era. Suspiré y no podía creer lo que estaba viviendo. Escuchar el “You are an Ironman” en el Campeonato del Mundo era un sueño lejano que por fin estaba cumpliendo. Este año, además, fue aún más especial: en la isla competimos puras mujeres, lo que llenó el ambiente de una energía única”, compartió la atleta duranguense.
RESPALDO FAMILIAR
Mencionó que fue el último año que se celebrará así, lo que lo hizo todavía más significativo y emocionante. La meta no la cruzó sola, con ella iban sus papás y su novio, quienes estuvieron en sus entrenamientos largos, en sus días pesados y en sus lesiones. También estaba toda su familia y la gente que la apoyaba desde lejos, siguiéndola todo el día.
BUSCARÁ VOLVER
“Siempre decían que la isla era impredecible, y después escuché a tantas triatletas decir que había sido uno de los años más difíciles en Kona, por el aire, el sol y tantos factores. Ver a la categoría Élite abandonar dio sentido a muchas cosas sobre cómo me había sentido ese día. Sin embargo, los números están claros y el trabajo que se debe hacer para mejorar también. Este fue mi primer año en la categoría, y aunque me encantaría estar en Kona cada año, regresaré con más preparación, más ganas y más sueños en los próximos años”, concluyó.

