Cuentas Pendientes

Por qué nadie cuenta el horror del narco en canciones…

Por Aarón Quiñones

Hoy que México vive entre una de las más encarnizadas luchas entre grupos criminales en su historia, es importante recapitular todos los factores que han hecho de las actividades ilícitas como el narcotráfico parte de la cultura de esta nación, de la religión y de los factores sociales que participan en un fenómeno que prácticamente es mundial.

Según distintas fuentes citadas, la palabra “mafia” proviene del árabe “maffia”, que significa “lugar de refugio”. Charles W. Heckethorn, famoso escritor conocido por su historia de la sociedades secretas, sostiene que la mafia se originó a partir de una asociación de indigentes sicilianos que se organizaron y realizaron actividades criminales bajo la protección de la flota británica.

En 1920, las familias de la mafia italiana comenzaron a luchar entre sí para controlar los negocios de contrabando de licores, en los años cincuenta, los mafiosos sicilianos comenzaron a integrar sus familias en estructuras organizativas más amplias e incluso en otros países.

También en esa poco surgieron organizaciones criminales en los Estados Unidos donde se opusieron al tema de la prohibición de alcohol, lo que ha derivado hasta la fecha en cientos de películas y libros sobre lo vivido en ciudades como Chicago y Luisiana.

Evidentemente, la mezcla social-económica que da la cercanía entre el país de las barras y las estrellas con la nación mexicana derivó no en mucho tiempo en las primeras lineas de contrabando. En los ochentas, hace casi 50 años nacieron las primeras rutas de mexicanos y colombianos vendiendo drogas a los ciudadanos norteamericanos.

Los adictos en Estados Unidos, envueltos en una economía pujante, crecieron con la idea implícita que la marihuana que consumían era de origen mexicano por excelencia, mientras que la costosa cocaína tenia su origen en el país cafetalero, desafortunadamente ya en territorio del norte del hemisferio esta última se convirtió en una epidemia cuando “visionarios” vendedores de droga la rebajaron con bicarbonato de sodio y la convirtieron en la tres veces más adictiva y mortal “crack”, luego vino otro uso para la flor de la amapola, una goma de la que se derivó la heroína, más difícil de conseguir y todavía más destructiva.

Esta relación de comercio ilegal y adicción entre mexicanos, sudamericanos y los norteamericanos a lo largo de estas casi cinco décadas ha visto llegar e irse cientos de organizaciones criminales, las más fuertes que han permanecido hasta la fecha y que son prácticamente de conocimiento general han sido encabezadas en su momento por Caro Quintero, Joaquín Guzmán, Amado Carrillo, Ismael Zambada, los Zetas y los Beltrán Leyva.

Pero en qué momento nació la admiración del pueblo mexicano por esta actividad, en qué instante de la historia la sociedad dejó de marginar a los adictos a las sustancias y pasó a hacer canciones y productos televisivos de difusión masiva en alusión a consumidores de hierba y drogas, en qué momento se convirtieron en religiones.

Entre la sociedad adulta en los ochentas había una idea vaga de la delincuencia organizada, decir que una persona era “narco” se relacionaba con estilo de vida delincuencial, proscrito, oculto. Los hijos de las personas que se dedicaban a eso no eran bien vistas por nadie, ni recibidas en las mejores escuelas, ni mucho menos figuras destacadas de la sociedad, hoy es totalmente lo contrario.

Mas allá de culpar a la música por difundir las “hazañas” de la vida de los que se dedicaban al contrabando como los corridos de los Tigres del Norte o toda la música de Chalino Sánchez, (habrá mucha gente conocedora que me dirá que el inicio del narco-corrido fue de antes, pero los más conocidos son ellos), la idea entre los mexicanos sumidos en la pobreza, pero con ambición desmedida; de trabajar poco; andar armado; ser respetado o temido, y sobre todo ser mencionado entre la cultura popular, enganchó a familias completas.

Transportar unos cuantos kilos de algún tipo de droga de un punto a otro, escapar con audacia e inteligencia de las fuerzas policiales, conquistar mujeres, tener grandes ganancias económicas y sobre todo ser “temido” son tentaciones muy grandes para una mente desprovista de cultura e inteligencia, no se ofendan señores del narco, no son personas listas por traficar, sólo son delincuentes con suerte ocasional. Una persona inteligente no pone en riesgo su vida, la de su familia, y la de su pueblo por tener una camioneta del año… sorry.

Esta idea que ha sido bien vendida entre los mexicanos de una “vida recia”, “una vida loca”, “la vida es un instante”, “prefiero vivir unos meses con lujos que 50 años de pobreza”, ha conquistado hasta los corazones de millones de mexicanos tanto que han elevado a religión una actividad de la delincuencia, ahí está el caso de Malverde, un ladrón de vacas santificado por la creencia popular y luego la propia figura de la muerte elevada a santa para proteger a los que no les gusta trabajar legalmente.

En la música los corridos, el movimiento alterado, los corridos tumbados, las narco- cumbias, el narco-rap, en fin, toda esa clase de musica dedicada a vanagloriar y contar historias de personas que no fueron, no son y no serán buenas para nadie inundan todo; la televisión, el internet, las plataformas, la calle, todo, ¿por qué?, porque son, han sido y no dejarán de ser negocio.

Regresando a los ochentas en algunas comunidades de la zona serrana de los estados de Sinaloa y Durango, sectores pobres, pero con gran riqueza territorial y agrícola se dio la creencia popular que esos jefes del narco eran buenos, que daban trabajo y dinero a la gente más necesitada, cosas muy alejadas de la realidad. Hoy habría que preguntar a toda esa gente desplazada por la violencia en esos mismos sectores, con hijos, hermanos, padres y nietos asesinados por “andar en la maña”, viviendo en la misma casa que sus abuelos, tal vez ya con techo firme y una cuatrimoto Italika en la puerta, si ha valido la pena validar las actividades de esos empresarios de lo ilegal.

Hay que recordar que campesinos eran obligados a sembrar la marihuana en los sectores más alejados de la sierra, se les pagaba una miseria en comparación a lo que valía una sola tonelada de ese producto, arriesgaban la vida con el Ejército que en ese entonces hacía “ejecuciones extraoficiales” y vivían con temor a que ninguna de sus hijas, hermanas o incluso madres, sin importar la edad, les gustara a uno de estos patrones que la convertían en una más de sus amantes, una familia más de las cuatro que ya tenía; tal vez sea un estilo de vida, pero para nada es digno.

Eso no se cuenta en los corridos, eso no es negocio decir que por culpa del narcotráfico tu familia fue descuartizada, que eres adicto a lo que vendes, que no puedes dormir, que no tienes amigos, que no puedes salir a la calle sin cuidarte, que simplemente tu vida es miserable, muy intensa, pero que dura muy poco y al final del día vas a dejar a tus hijos desprotegidos, pero bueno, cada quien.

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