>Después de años de espera, Tim Burton vuelve a las grandes pantallas de Hollywood con la secuela de su éxito de los años ochenta Beetlejuice, filme que asegura estar hecho desde el corazón.
AFP
La 81ª Mostra de Venecia se abrió este miércoles con la segunda parte de una clásica comedia negra de los años 80, Beetlejuice de Tim Burton, un aperitivo truculento para una competencia plagada de estrellas de Hollywood.
Con 21 películas en competencia, la Mostra se confirma de nuevo como un escaparate ideal para las grandes producciones estadounidenses a pocos meses de la selección para los Oscar.
Aunque la competencia está dominada por Estados Unidos y Europa, destacan también el primer largometraje en inglés del español Pedro Almodóvar, “La habitación de al lado” y dos producciones de América Latina: “El Jockey” de Luis Ortega y “Ainda estou Aquí” del brasileño Walter Salles.
La Mostra sufrió el impacto de las huelgas de Hollywood en 2023, pero este año por el Lido desfilarán Angelina Jolie, Nicole Kidman, Brad Pitt, George Clooney, Antonio Banderas, Joaquin Phoenix, Lady Gaga, Jude Law…
Angelina Jolie se pone al servicio del chileno Pablo Larraín, que firma una nueva biografía de Maria Callas.
BURTON, DECEPCIONADO POR EL ESTADO DEL GREMIO
Dos personajes de humor tenebroso destacan en la cartelera: el chiflado fantasma Beetlejuice (Bitelchús en España) que catapultó a Tim Burton en 1988, y el Joker enemigo de Batman, interpretado de nuevo por Joaquin Phoenix a las órdenes de Todd Phillips, en competencia por el León de Oro.
Aunque fuera de competencia, Beetlejuice abrió el baile casi con el mismo casting que hace casi 40 años, liderado por Michael Keaton, con 72 años de edad, en el rol de un fantasma que al ser invocado provoca desastres en una mansión.
Junto con Keaton y Winona Rider aparece Jenna Ortega, actriz que ya ha interpretado roles «góticos» a las órdenes de Tim Burton, como la serie de Netflix, Merlina.
Fue precisamente este éxito televisivo el que volvió a darle ánimos a Burton, que se declaró este miércoles “algo decepcionado” por el estado del sector cinematográfico en los últimos años.
«Me dije: ‘si tengo que volver a hacer algo, tiene que salir del corazón’», aseguró ante los periodistas.
Su “Beetlejuice, Beetlejuice” es una crítica macabra de los influencers y sus teléfonos celulares encendidos permanentemente, un tierno apoyo a los chicos que se sienten «raros» en el liceo y una mirada sarcásticas a los problemas de Estados Unidos.
