El Legado de Benigno Montoya

Por José Alonso Martínez Barrios

Benigno Montoya, uno de los canteros de mayor relevancia durante los años de 1880 y hasta 1929. Es el referente, en cuanto a diseño y composición arquitectónica en Durango, en el periodo que comprende el porfiriato.
La paz se propició durante esta época, fue incentivo para la generación de una importante producción de edificios particulares, civiles y religiosos, donde la materia prima habría sido la cantera.

Los canteros que trabajaron en Durango, muchos de ellos tienen un antecedente ligado a Zacatecas, tierra de canteros, en donde  Benigno Montoya habría tenido sus orígenes.

Montoya comenzó a proyectar el labrado de la catedra con su padre Jesús Montoya, teniendo alcances en municipios del estado de Durango y hasta Chihuahua.

La producción de Montoya se vio reflejada en el arte sacro proyectada en templos que tienen un antecedente constructivo desde el periodo novohispano y algunos otros durante el periodo decimonónico, propiciandose los elementos políticos, económicos e ideológicos para el ornamento y atavío bajo el rigor de los estilos historicistas.

Montoya definió en Durango un eclecticismo ligado al orden neogótico, su legado es apreciable en edificios religiosos como el templo de Nuestra Señora de los Ángeles y el templo de San Martín de Porres; que en su totalidad fueron edificados por el Maestro Cantero; de igual forma, apreciamos altares y retablos en en los templos de San Agustín y el templo de Analco, donde se ubican grandes devociónes como Nuestra Señora de Loreto y Nuestro Padre Jesús Nazareno.

El Palacio Episcopal del Arzobispado de Durango, que junto a Gregorio Díaz, ejecutó bajo el encargo del segundo Arzobispo de Durango, el Sr. Santiago Zubiría y Manzanera y por último, las jerarquías de ángeles que escupió para la Catedral Basílica Menor y para el Panteón de Oriente de Durango; éste último espacio pone de manifiesto la maestría en la talla y modelado de la cantera a través de esculturas de ánimas, Cristos, ángeles apocalípticos y serafines, que proyectan la gloria y salvación de los duranguenses que descansan en la Mansión del Reposo.

Benigno Montoya Muñóz, después de una larga vida y de una importante producción escultórica y arquitectónica, fallece por secuelas ligadas al trabajo de cantería, el 25 de diciembre de 1929 en la ciudad de Durango, heredando a Durango y al país, un importante legado, «El Legado de Benigno Montoya».

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