“División Palermo”: una feroz sátira sobre lo políticamente correcto

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Santiago Korovsky interpreta a Felipe, el más noble de los integrantes de la Guardia Urbana, una especie de junta vecinal de seguridad con poco presupuesto y muchas ideas inclusivas.

Agencias

Algún tiempo atrás, los gobiernos locales se dieron cuenta de que la policía no era suficiente para garantizar la seguridad ciudadana en sus jurisdicciones. Pasó en México, Perú, Argentina y más. Para salir del apuro, en algunos casos, idearon alternativas no siempre efectivas, pero que de alguna manera les permitieron aparentar que el tema era de su interés. En otros, las opciones surgieron desde la población.

Cada uno de estos grupos tiene como característica común la imposibilidad de usar armas de fuego para darle seguridad a un lugar determinado. Por ello su labor tiene un efecto más que todo disuasivo. Lo que sí hay detrás es presupuesto para su puesta en marcha. Camionetas, motocicletas, cámaras de video, uniformes y, casi siempre, muchos efectivos cuya labor suele ser acompañada por un policía pagado por la comuna.

En este universo podríamos ubicar a la Guardia Urbana que expone “División Palermo”, la más reciente comedia de la cadena de streaming Netflix que viene trepando en los ránkings de lo más visto.

Creada por Santiago Korovsky (quien a su vez interpreta al protagonista de la historia, Felipe), esta producción de ocho episodios tiene como base la iniciativa de Carolina Pozzo, ministra de Seguridad de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, para conformar una “fuerza de prevención y orientación”, es decir, un “cuerpo civil no armado integrado por gente como tú” que acompañe a los ciudadanos en tareas no urgentes, pero sí importantes de su día a día.

La particularidad esencial de este escuadrón que se desplaza en el barrio de Palermo es su afán inclusivo. Así pues, entre sus integrantes vemos a gente de todo tipo. Ancianos que apenas escuchan, invidentes, minusválidos, inmigrantes, hombres con sobrepeso, transexuales y judíos. En esta última minoría precisamente se encuentra nuestro protagonista, Felipe.

LA SERIE
La serie creada por Santiago Korovsky avanza con solvencia episodio a episodio mostrándonos como Felipe debe apoyar en la búsqueda de la verdad sobre el (casi) crimen ya mencionado. Es aquí cuando el desgarbado muchacho tiene uno que otro golpe de suerte y, apoyado por sus compañeros de las formas más insólitas, avanza tanto como lo haría el mejor de los detectives. En medio de todo este progreso surge la corrupción, representada por malos agentes policiales y hasta por jefes unidos a los ‘villanos’.

Conforme se va estirando el hilo, “División Palermo” explota aspectos mucho más vinculados a la intimidad de Felipe. Y es que, si bien no ha superado todavía ser terminado por Pau, la aparición de Sofía le demostró que enamorarse a veces es tan fácil como la tabla del uno. Aunque –y tal vez esto resulte previsible—las cosas no necesariamente le saldrán como esperaba. Sofía es –como ella misma intenta dejarlo en claro cada par de escenas– una chica común y corriente que desea a su lado un tipo guapo, inteligente y valiente (todo lo que su novel pretendiente no es).

Argentina, tanto como México, lideran las producciones en el streaming. Hace solo exactamente un año estrenaban “Porno y helado” (Prime Video), una divertidísima comedia protagonizada por tres amigos que buscaban formar en tiempo récord su banda de rock sin saber tocar ni cantar. Tanto en esa producción como en “División Palermo” se observa no solo un nivel de profesionalismo evidente, sino fundamentalmente una aspiración a estar siempre un pasito adelante del resto. En esta ocasión, la serie creada por Korovsky logra su propósito porque desnuda a una sociedad híper sensible que, de un momento a otro, prefirió cubrirse bajo el manto de lo políticamente correcto, perdiendo así toda noción de lo falible y, por consecuencia, de lo humano.