MTF. Alfredo Arévalo
En artículos anteriores hablamos del Yo Adulto y como este influye en ver las cosas con cierta madurez, en este sentido el madurar puede significar muchas cosas, el significado más común es alguien que puede ser independiente a nivel personal, sin que esto suponga alejarse de los demás.
Así pues, una persona madura es capaz de autorregularse, lo que implica que pueda gestionar sus emociones y adaptarse al entorno de una manera saludable; por otro lado, la confiabilidad surge cuando, en tus relaciones, haces lo que prometes; esto es signo de madurez emocional.
Las personas que demuestran que se puede confiar en ellas nos hacen ver que se comprometen con los demás, la confiabilidad transmite seguridad, la falta de esta puede significar egocentrismo, volatilidad, superficialidad y deshonestidad. Para los demás, las personas que no demuestran fiabilidad pueden ser vistas como inseguras o inmaduras.
La madurez emocional requiere voluntad, introspección, y una autocrítica desde una mirada constructiva; esta creo que es la que requiere más trabajo, pues la alcanzamos cuando ya no tenemos necesidad de juzgar ni de culpar a nadie por lo que nos sucede. Es cuidar lo que decimos, respetar lo que escuchamos, y pensar sobre lo que no expresamos; actuar más y quejarnos menos, aprender a abrirnos emocionalmente sin armaduras.
Dentro de la dinámica de pareja existen conductas que nos hacen darnos cuenta que existe una inmadurez emocional, la cual forma parte de muchos otros aspectos que ocasionan que la relación se fracture constantemente. Una de ellas es el autosabotaje, que se observa en la tendencia a obstaculizarnos, cuando tenemos algo bueno y emitimos una conducta que nos hace perder lo que tenemos, estas son auto manipulaciones inconscientes.
En la relación de pareja ha varias formas de autosabotaje; por ejemplo, en las discusiones, el cuestionar ¿quién tiene la culpa?, esto lo hacemos para evitar una responsabilidad y enfrentarme a los problemas. Desviar cualquier responsabilidad y culpar al otro en lugar de analizar lo que ha sucedido.
Otros tienen que ver más con la manera en que os comunicamos, el no pedir disculpas cuando nos equivocamos o cometemos errores; escuchar para responder y ganar la conversación, no empatizar o intentar comprender el otro punto de vista o lo que está sucediendo. Y el que se presenta con mayor frecuencia en los procesos de pareja es que, aunque se haya perdonado una situación, se continúa utilizando eso del pasado cada vez que haya un conflicto para echarlo en cara.
De esta manera se pueden presentar otros que ya están más relacionados con la violencia, como usar las inseguridades de la otra persona en su contra; aplicar la ley del hielo, usar el silencio o ignorar; minimizar las emociones de la otra persona con frecuencia. No ser consciente del impacto que las palabras y las acciones tienen en la otra persona.
Para alcanzar la madurez emocional y hacer que se plasme en la vida en pareja, por lo tanto, hay que hacer todo lo contrario de los párrafos anteriores. Responsabilizarnos de las consecuencias de nuestros actos, admitir nuestros errores y no intentar maquillarlos. Autocontrolarse. Reaccionar de manera equilibrada y justa. No dejarse dominar por el miedo.
Ser asertivo en la forma de expresarnos, describir conductas en lugar de etiquetar; por ejemplo: “cuando me gritas me pongo nerviosa, y no soy capaz de responderte”, en lugar de “eres muy agresivo”. Establecer límites con la otra persona, para conseguir ser independiente.
Mayor responsabilidad afectiva para ser consciente del impacto que las palabras y las acciones tienen en el otro. Honestidad. Explicar claramente tus intenciones y necesidades. Actuar con empatía y respeto. Ser consciente de que tus comportamientos tienen consecuencias en las emociones del otro.
En la sociedad se promueven conductas inmaduras emocionalmente como características de personas atractivas, seguras e independientes, esto manda un mensaje erróneo igual que ocurre con el narcisismo, que se vive erróneamente como buena autoestima. Nada más lejos de la realidad, por ello es necesario ser capaces de cuestionarnos si lo que vivimos va de acuerdo a lo que nosotros somos.
““A veces me digo que hacerse adulta tan solo sirve para reparar las pérdidas y los daños del comienzo. Y mantener las promesas del niño que hemos sido”. Delphine De Vigan.