¿Vínculos adictivos?

MTF. Alfredo Arévalo

Es claro que hay muchos tipos de relaciones, ya sea de parejas, amigos o familia, donde la palabra “amor” tiene una connotación diferente para cada uno de nosotros, Esto depende mucho del tipo de apego que desarrollamos en nuestra infancia, de nuestra educación y de las experiencias que hemos tenido desde que somos niños.

Dicho esto, es necesario aclarar otra situación, el hecho de sostener un vínculo que nos lastima, o permanecer pegados a un amor no correspondido, el continuar atados a exparejas con las cuales vivimos relaciones horribles, son ejemplos de lo que actualmente se denominan adicciones en el comportamiento.

Este tipo de comportamiento, al igual que en una adicción a alguna sustancia, se pierde la capacidad del control y no podemos dejar de hacer eso que, a pesar de ser conscientes que esto nos traerán sufrimiento, por otro lado, también nos genera cierto goce al repetir una y otra vez estos comportamientos.

Características

En una adicción, independientemente de su clase, a lo que quedamos pegados es a esa primera experiencia de placer, esa sensación que en ocasiones ya aunque nunca más volvamos a encontrarla. En el caso particular de las adicciones comportamentales asociadas a un vínculo, buscamos revivir el goce del primer encuentro.

Con los avances de las ciencias, hoy sabemos que son las mismas áreas del cerebro las que se activan en los diferentes tipos de adicciones. En lo que difieren las adicciones comportamentales de otras adicciones, como por ejemplo la adicción a la cocaína, es en que no implican un consumo problemático de alguna sustancia, sino que tiene que ver con adicción a hábitos; y estos hábitos se escapan al control de la persona, y eso es lo que resulta prejudicial.

Esto quiere decir que esos hábitos pueden no ser perjudiciales en sí mismos, pueden ser comportamientos normales, pero pueden afectar a la persona de manera emocional, por el tipo de relación que la persona establece con el otro.

Tendencia a la obsesión. – Asimismo, otra de las características de las adicciones comportamentales es la obsesión. Esta aparece como un pensamiento intrusivo, que se instala en nuestra mente sin dejarnos pensar en otra cosa y sin poder ser evitado. La relación y el otro pasan a ser foco total y completo para la persona; la necesidad y el miedo a perder al otro es tan, pero tan intensa, que toda nuestra energía está focalizada ahí.

Tolerancia. – Asimismo, en las adicciones asociadas a sustancias encontramos el fenómeno de la tolerancia, es decir, cada vez se hace necesario más y más de la sustancia para obtener el efecto que se busca. En las adicciones comportamentales, la tolerancia implica que uno empieza a aceptar cosas que al principio le parecían inaceptables; cada vez corremos más el límite de lo que se permite, hasta incluso ir

Malestar ante la abstinencia. – En el caso de las adicciones comportamentales, la abstinencia tiene que ver con la ausencia de esa persona (ya sea por una ruptura real o sólo la idea de la misma). Esto hace que la persona entre en pánico, generándole muchísima angustia, y se evidencia en aquellos momentos en que la persona, toma consciencia que esta relación le hace daño, e intenta terminarla, pero la angustia es tan grande que la persona claudica, y vuelve constantemente a esta relación, soportando cosas que jamás se hubiera imaginado, perdiendo incluso su dignidad.

Control. – La persona intenta controlar tanto a la relación como a la otra persona. Pero… ¿Qué es lo que se intenta controlar? Lo que se intenta controlar es que el otro no nos abandone. La persona siente permanentemente angustia y ansiedad, porque percibe todo el tiempo que la relación está siendo amenazada.

¿Qué podemos hacer?

Ahora bien… ¿Qué es lo que hace que alguien se encuentre atravesando una adicción comportamental? Como lo explicaba al principio tiene que ver con nuestra propia historia, no tiene nada que ver con el otro, tiene que ver con desamparos, con miedos, con apegos inseguros, con diferentes ideas del amor que construimos, con inseguridades y con abandonos primarios.

Pero como tiene que ver con tu propia historia, puede ser trabajada, modificada y resignificada. Esto vale la pena porque todos merecemos el buen amor, un amor saludable, ese que nos hace felices la mayor parte del tiempo, que por supuesto, tiene conflictos, pero que saca la mejor parte de nosotros.

“Cada historia de amor es en potencia una historia de aflicción. Si no al principio, más tarde. Si no para uno, para el otro. A veces para ambos”.  Julián Barnes.

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