Por: Juan Nava Stenner
Los duranguenses nos hemos rezagado del porvenir.
Y si bien, la esperanzadora palabra encierra decenas de connotaciones, la que marca a Durango, es la pérdida de oportunidades que tuvimos para emparejarnos con la media nacional.
2016-2022 es un sexenio perdido, y lo será también de 2022 hasta el 2024 con Esteban o con Marina. Los análisis financieros más serios, hablan de estos años que vienen con severa crisis económica para el país, en parte por la influencia mundial y por otra, la ineptitud manifiesta en el Gobierno federal. Hay quienes pronostican un dólar hasta en 28 por uno.
El Gobierno de López Obrador se está quedando sin dinero y ya se gastó las reservas y acabó con las generadoras, sufre el país una fuga de capitales ya cercana hasta los 300 mil millones de dólares, y no tiene respaldo para afrontar las necesidades que se vienen. En ningún rubro.
Tanto que hay ya por Internet señalando lo que se escribe aquí, que la verdad no puede ocultarse bajo ninguna sombra. Esteban o Marina, serán gobernadores como Aispuro, igualitos.
Solo Ismael y Herrera Caldera gastaron lo que quisieron, porque nadie los auditó y recibieron dinero a manos llenas -qué curioso- del panismo foxiano y calderinato. Esos tiempos, son remembranzas solamente. Aispuro sufrió el desprecio por ser panista de los gobiernos de Peña Nieto y con más desquite, de López Obrador. Odios que pagamos los duranguenses, resentimientos políticos traducidos a venganza que paga el crédulo pueblo cuando por debajo, la crueldad deja ver su ansia de revancha.
Contra Aispuro: priistas, priistas desempleados, esbirros de Herrera Caldera, los que se llevaron todo el dinero cual salteadores de caminos, enemigos naturales del panismo, padeció al Dr. Enríquez y su cruenta rebeldía, los troles pagados por testaferros a los que el güero de Amacuable no quiso combatir, un equipo sórdido que llegó a agenciarse los puestos (tema del que ya sufren tanto Marina como Esteban), errores de gabinete cometidos por funcionarios inexpertos, vistosamente tontos, yerros de cálculo de tiempos e inversiones, sed de robo, traición de amigos, bueno, para no describir más: un motín a bordo en el barco de los piratas.
¡Qué triste!
Pensamos que serían buenos años. Más triste, el desdén federal, vuelvo a decir el odio, el revanchismo de los desempleados del antiguo régimen y los tantos errores de gente sin compromiso.
Eso hundió al sexenio 2016-2022. Su radiografía es terminal, invadidos del cáncer de la ignominia.
Pero ya se van, rezan los retos y las burlas…
Pero los que vienen, vienen igual. A desarrollar un gobierno sin proyecto, sin dinero, sin identificar las claras necesidades de un pueblo, tradicionalmente escaso de recursos financieros y necesitado de todo. Porque es el gobierno el único inversor, el único empleador, el único generador de oportunidades. Quien pueda subirse a cuestas del régimen, va a vivir bien, y quien no pueda encaramarse al brioso corcel, padecerá desempleo y escasez.
No hay más, ni mucho.
Por eso los grupos se desbaratan ya desde ahorita, los equipos de campaña se llenan de rapiñistas, de tranceros, de oportunistas. Siempre ha sido así, ahora no tiene por qué ser la excepción.
