Por: Omar García Rosales
A nuestros días, no existen muchas producciones que puedan abordar los temas del valor, la codicia, la corrupción y la amistad en una sola cinta. Pero en 2001 la cinta El Señor de los Anillos: La comunidad del anillo, no solo nos presentó estos elementos mediante una aventura épica, marcado así las reglas del género fantástico en la lucha entre el bien y el mal.
La historia del señor de los anillos se centra en Frodo Baggins (Elijah Wood), un hobbit que en el cumpleaños 111 de su tío Bilbo, descubre que este guardaba un misterioso anillo que brindaba de diferentes habilidades a su portador. Gandalf (Ian McKellen) un mago enviado para ayudar a los habitantes de la Tierra Media a combatir contra el mal, descubre que este objeto es en realidad el Anillo Único de Sauron, el señor oscuro, quien en el pasado creo secretamente este anillo para dominar a todos los seres vivos del planeta y corromperlos con la oscuridad.

Gandalf le advierte a Frodo, que tiene que esconder el anillo, pero es demasiado tarde, ya que las fuerzas del mal se han movilizado para recuperar el preciado anillo a nombre su amo Sauron. Esto obliga a los hombres, elfos y enanos a unirse para destruir de una vez por todas el peligroso objeto, por lo que nuestro protagonista comienza un largo viaje hacia el único lugar donde este puede ser destruido; el monte del destino. Pero en su camino será perseguido por interminables hordas de orcos y una extraña criatura de nombre Gollum, quien esta obsesionado con el anillo.

Desde el anunció del rodaje de la cinta por parte de Peter Jackson, esta levantó muchas dudas debido a la complejidad de la historia, el uso de los efectos especiales y al anterior metraje de la historia. Ya que a finales de los años 70’s, el director Ralph Bakshi intentó llevar a la pantalla esta obra, con una cinta que se apoyaba de la animación y la acción real para representar la fantasía de este universo. Aunque su adaptación brillo en el nivel técnico y artístico, fue un completo fracaso en taquilla, lo que cerró la posibilidad de llevar a cabo la continuación de la historia.
La obra de Jackson no solo adaptó el primer tomo de la obra homónima escrita por J.R.R. Tolkien, sino que nos trasladó directamente a la Tierra Media, apoyado de una gran fotografía y diseño de producción nunca antes visto en el cine, aunado a una gran ambientación cortesía de los paisajes de Nueva Zelanda. El resultado fue un éxito total en la taquilla, ya que la obra cumplió con sumergir al público en la historia de Tolkien sin que estos tuvieran algún contacto previo con estas.

A veinte años de su estreno en cines El Señor de los Anillos: La comunidad del anillo, no solo fue la primera película que se rodó de forma simultanea con las siguientes dos entregas de la misma. Sino que fue el primer capítulo de un proyecto nunca antes visto; una inmensa aventura épica plagada de grandes momentos que sigue resonando como una de las mejores producciones del género fantástico aún hoy a nuestros días.

