MTF. Alfredo Arévalo
Hace unos días hablábamos de las relaciones tóxicas, en ese sentido hablábamos de las relaciones de pareja, no obstante, todas las relaciones que desarrollamos en nuestra vida a diferentes contextos pueden llegar a ser tóxicas. En este sentido las experiencias que vivimos en el contexto familiar tienen una gran influencia en nuestra manera de percibir y manejar las relaciones personales, así como la relación que mantenemos con nuestras propias emociones.
Es por eso que dentro de la terapia familiar uno de los aspectos importantes es ver cómo se desarrollan las relaciones familiares, como interactuar el paciente con cada miembro, la jerarquía familiar, el significado que se le da a las relaciones, etc., en este sentido hemos estado conviviendo o compartiendo momentos de nuestra vida con nuestros padres, tíos, abuelos y otras figuras familiares que tienen un impacto psicológico y emocional importante en nosotros, para bien o mal.
Es por eso que, si esas relaciones familiares se vuelven tóxicas, lo más probable es que desarrollemos problemas psicológicos que se plasmen en nuestra manera de intentar hacer amigos, de comunicarnos con los compañeros de trabajo, etc. Porque como lo hemos mencionado en otras ocasiones, todo está ligado en nuestra vida, y todo lo que hoy hacemos lo hemos aprendido de algún lugar dentro de la familia.
Dinámicas familiares tóxicas
Se tiene la idea de que nuestra personalidad es un rasgo único de cada persona, pero en ese sentido olvidamos que aprendimos del contexto que nos rodea, y hay personas que juegan un papel fundamental en la manera que vemos la vida, sobre todo durante la infancia y la adolescencia.
Incluso en la adultez, pueden afectarnos el que se desarrollen dinámicas familiares tóxicas, pues esto puede contribuir a que quien las sufre se aísle socialmente, no de la manera en que deja de ver personas, sino más bien en la incapacidad de “conectar” de una manera emocionalmente significativa con los demás.
Es decir, que la familia nos sirve para practicar nuestras habilidades para socializar, habiendo practicado en primer lugar con padres, madres y familiares. Además, constituye en la mayoría de los casos el entorno que entendemos que debería ser nuestro “entorno seguro”, en el cual sería lo mejor que se trabaje para satisfacer nuestras necesidades más importantes, entre ellas la de conservar un cierto nivel de autonomía y tiempo para nosotros. Teniendo en cuenta esto, es de imaginarse que los problemas familiares tengan impacto en todos los ámbitos de la vida de la persona.
En esencia, las experiencias emocionalmente dolorosas o incluso traumáticas asociadas a la familia llevan a muchas personas a aislarse socialmente, es a respuesta que se toma de manera consciente o inconsciente; algunas de las causas son:
⦁ Miedo a sufrir de la misma manera. ⦁ Vergüenza por sus familias. ⦁ Creencias disfuncionales. ⦁ Falta de tiempo y de energía para cultivar amistades, por tener que lidiar con conflictos en sus familias.
¿Cómo ayuda el ir a terapia?
Tal y como hemos visto, cada familia tiene sus propias dinámicas y características, por lo que cualquier forma de intervención terapéutica empieza siempre examinando de manera personalizada qué es lo que le ocurre al paciente. Una vez hecho esto se establecen hipótesis de trabajo y proponen posibles soluciones para ayudar a que la persona supere su malestar, además de consensuar un objetivo específico (con ayuda y asistencia del/la profesional).
Este trabajo se enfoca un poco en brindar apoyo en relación a la desconexión emocional, que adopta diversas formas dependiendo de las causas especificas del problema.
Resolución de conflictos y en asertividad
Como las dinámicas tóxicas de la familia forman parte de las causas de lo que le pasa al paciente, normalmente es de gran ayuda entrenarle en habilidades de gestión de los conflictos. El objetivo es que, desde la asertividad, pueda conservar su individualidad y que pueda hacerse valer ante esos miembros de la familia que consciente o inconscientemente han estado contribuyendo a que no pueda relacionarse con normalidad con los demás.
Reestructuración (cognitiva)
La reestructuración cognitiva se basa en poner a prueba a las creencias que el paciente se aferra, para ver cuáles son disfuncionales y juegan en su contra a la hora de superar el problema que sufre. Una vez hecho eso, se proponen ideas y marcos de interpretación de la realidad alterativos, que le permitan percibir lo que le pasa de un modo más equilibrado, realista y rico en matices, sin caer en el pesimismo que le había estado paralizando. De este modo se contribuye a mejorar la autoestima, de manera que la persona no asuma de antemano que va a fracasar si intenta “conectar” con alguien.
Desensibilización del miedo al rechazo
Muchas personas que tienen esta clase de problemas sienten una desconexión emocional con las personas de su alrededor porque no se atreven a abrirse ante ellas, al temer que los demás vayan a cebarse con sus vulnerabilidades. Es decir, que parte de lo que ocurre tiene que ver con el auto-sabotaje: la persona decide renunciar a la posibilidad de tener relaciones significativas y a conectar afectivamente con los demás a causa de las experiencias dolorosas que ha vivido con su familia, con tal de evitar que ocurra algo parecido.
Para dar resolución a esta clase de malestar, los terapeutas familiares guían a las familias o a la persona en el proceso de poner a prueba estas relaciones más cercanas con el resto, para que de manera gradual vayan viendo que no hace falta mantenerse en esa actitud extremadamente defensiva.
“Las familias pueden ser difíciles, pero vale la pena luchar por ellas. Podría ser una de las únicas cosas que lo valen”. Abbi Jacobson.
Si quieres iniciar un proceso terapéutico personal, de pareja o familiar, puedes contactarme al 618-152-79-65; estaré encantado de atenderte.
