Por Juan Nava Stenner
¿Qué fue lo que inició,? ¿una guerra?, ¿un concurso de diatribas?, ¿un asalto en despoblado al tren del dinero? Las campañas políticas empezaron virulentas, llenas de insultos y muchas veces burlas propiciadas por voces que la mayoría son ilegítimas, trolls y opinadores, cuyos rostros no se conocen, pero con claras y aviesas intenciones. Insultar, demeritar, exhibir rencor, o manejados por emisarios del pasado, molestos por la pérdida de espacios, canonjías y claramente, recursos económicos vía el robo vil.
Hay todo un marco o escenario de guerra electoral sin escrúpulos, señalamientos infundados o difíciles de comprobar para los que la gente, el pueblo o el votante está inerme, indefenso. Las redes sociales se tornaron en ofensivas, anónimas, cargadas de odio y rencor, como si en el concurso de insultar, el gane les costara la vida. Voces oscuras provenientes de intereses oscuros, claramente políticos-económicos, porque en la carrera al Congreso del Estado va el manejo de 600 millones de pesos anuales y el juego por la siguiente gubernatura.
Son pocos los candidatos de la coaliciones o alianzas, que para efectos prácticos es lo mismo, y de los partidos políticos chicos que proponen, que analizan las condiciones de seguridad, salud, economía, desarrollo, para incentivar la orientación de los votantes, soluciones urgentes para la vida social, propuestas que hasta el momento no llegan o se pierden en los barruntos de violencia y confusión que promueven el rompimiento.
Ojalá escuchemos a los candidatos con ideas inteligentes. Por ahora son pocos.
