Por Ignacio Aguado
Con el corazón y mirada en objetivos distintos a la política, la población recibe las estridentes campañas políticas que incomodan en el grueso de la población, que desconoce hasta quiénes son sus representantes actuales.
Todo aquel que busca convencer de ser la mejor opción con la furia, el ataque y la discordia, debe fracasar con seguridad; diferente es el contraste y señalamiento argumentativo; o como aquel o aquella que buscará comprar a la gente sometida en una pobreza inducida para controlar determinada masa electoral y, continuar en el negocio de la política que los hizo millonarios en poco tiempo en el supuesto servicio público.
Así no se convence ya tan fácil, pero me preocupan las mismas prácticas ordinarias en Durango, ahora que se han unido partidos con los históricos expertos del fraude, simulación, derroches y desvíos de recursos sociales: el PRI de Ismael, junto con la mezcla mezquina de intereses familiares, los económicos por supuesto, el degenere partidista y la improductividad pública.
Duele saber que habrá gente que por necesidad apoyará candidaturas que nutren esos vicios criminales que nos tienen flaméticos; lo harán, para obtener un trabajo -digno- por solo 2 meses, porque después de la elección ganen o pierdan, volverán a la realidad empeorada, sentirán la adrenalina de las campañas, mientras dure el paliativo del ingreso obtenido por su sudor y esfuerzo.
No podemos reclamarles por el respeto a las libertades, y convencido vivo de NO tienen más opción; aunque puedan reconocerlo, le van a entrar a apoyar.
Aspiro desde siempre, a que la política deje ser un negocio y creadora de ricos sexenales, ¿Para qué? Para que ya no tenga la política ese “atractivo” y dejen de entrar a ella quienes hacen lo que sea y pactan como sea por lograr el poder y espacio, en la considerada empresa jugosa interminable llamado gobierno; para eso se tiene que legislar para poco a poco ir blindándonos y cerrar los privilegios que a los partidos, los tenemos en el status quo; en un paraíso, en SU paraíso.
Durango está enfermo en el ramo público; y me atrevo a decir que deberíamos reconocer la emergencia social en la que estamos, donde ya no podemos ser pasivos. ¡Abramos los ojos, carajo!
Si no sabes qué hacer o cómo ayudar, podríamos brindar recomendaciones con el objetivo de ir mejorando la visión y nuestras acciones entre nosotros mismos.
Somos de Durango antes de ser de algún partido político, y ese capital primario nos debe convencer para ya no alimentar a quienes nos han hecho daño en silencio, tras bambalinas y con rostros maquillados y sonrisas estudiadas.
Primero tenemos que salir a votar, pero NO por quienes son delincuentes de cuello blanco y enemigos públicos, quienes ahora nos presentan a sus hijos como opción electoral.
¿A quién representarían ell@s, a sus papis o a la población?
Tomemos el sentido de pertenencia duranguense, del hacer el bien, de solidaridad y de ser colectivamente responsables; de sonreírle a todos para contagiarnos entre sí, de que Durango tiene que ser mejor cada día, pero no con los MISMOS.
Vota de forma inteligente; no por los simpáticos actores que engañan, sino por perfiles duranguenses de conocida vida productiva y de resultados; por quienes no nutran esos cacicazgos familiares a los que me refiero.
