Por Azu Macías
Aceptando la peculiaridad… En el tiempo actual entramos a las redes sociales y vemos como fenómeno que miles de personas emplean está aplicación para generar videos, en realidad son videos que se emulan (se copian, pues), con lo que vemos el mismo guión realizado por muchas personas una y otra vez.
Esto es significativo porque pareciera que actualmente hay dos tendencias: la de ser igual y ajustarse al molde siguiendo la tendencia o la de tener una visión novedosa, por lo cual te invitan a charlas de Ted Talk. Sin embargo, el que toma la segunda iniciativa, parece tener serias complicaciones en el camino. ¿Cómo verán los niños de la primaria a ese niño que en lugar de hacer un video en guión en esta aplicación popular como la que les platiqué, prefiera invertir su tiempo en recolectar tapas para los niños con cáncer? O a los niños cuyos padres deciden educar en casa y viajar por el mundo sin un trabajo fijo, o a esta adolescente que tiene un gusto especial por las películas de terror y sueña con trabajar maquillando para caracterizarlos y a la que su padre asustado envía a terapia para ver qué le está pasando, algún trauma seguro debe tener, ¿por qué no quiere dedicarse a una carrera más común?
Es que aceptar la peculiaridad nuestra en un mundo de moldes es bastante inusual, sobre todo porque a las personas nos encanta pertenecer y tener ese reconocimiento social que se siente tan bien al tener muchas views o likes. La contraparte es que las crisis de identidad también llegan por este lado y es que uno puede perder de perspectiva quién es uno mismo entre tantos iguales, qué de especial tiene uno y la vida.
Aceptarse uno mismo es una tarea épica en un mundo con tantos mensajes contradictorios, pero definitivamente una tarea a la que vale la pena encaminar la energía porque en lugar de querer ser otros, podemos ver qué nuestras peculiaridades nos vuelven únicos y nos encaminan a una visión del mundo particular a la que vale la pena invertir con pasión los pasos.
Es ese tipo de vida al que podemos empezar a apostarle. Imagina que a Guillermo del Toro lo hubiesen llevado al terapeuta a que le quitara las visiones de monstruos y lo hiciera menos “raro”, de qué creaciones nos habríamos privado. Necesitamos encaminar nuestras peculiaridades hacia una visión con valor ético para nosotros y los demás, darles un sentido de vida y orientar las experiencias (las difíciles y las emocionantes) para transformarlas en algo que nos haga entregar al mundo una visión que lo enriquezca.
