MTF. Alfredo Arévalo
En muchas ocasiones hemos escuchado sobre la «fuerza de voluntad», y como esta nos ayudará a conseguir nuestras metas y sueños; no obstante, debemos de considerarla como ese constructo social al que se hace referencia muy a menudo, y también se conoce como «buena actitud», «trabajar duro por algo» o “ponerle ganas a las cosas”.
En los últimos años se ha promovido mucho una actitud de positividad, ya lo hemos hablado en otros artículos y como en ocasiones esta visión llega al extremo, ya sea poniendo una meta inalcanzable, la cual se vuelve una obstrucción o reduciendo las probabilidades de éxito de cualquier cosa a una cuestión de «ponerle ganas».
No hay problemas con tu «fuerza de voluntad»
Esta limitación de extremos se vuelve muy común y en ocasiones cuando una persona consigue tener éxito en lo que desea dice que fue por su «fuerza de voluntad», por consiguiente si quieres obtener un éxito similar harás lo mismo; y si fracasas pensarás que no tienes suficiente «fuerza de voluntad».
Pero olvidamos muchos otros factores, un contexto social y personal que marca diferencias tangibles; al igual que problemas de salud física o mental. En este aspecto podemos ver a muchas personas con problemas psicológicos de cualquier tipo con una fuerza de voluntad perfectamente normal y muy buena actitud, pero la diferencia de vida que todos tenemos, misma que originó problemas emocionales, algún tipo de adicción y pueden ser madres y padres de familia normales.
Se podría pensar que si tienes un empleo de gran responsabilidad puede ocasionar estos problemas, pero la responsabilidad se mide de manera personal; y podemos ver a dos personas en el mismo empleo, realizando las mismas actividades, y una genera mayores conflictos por su responsabilidad, y no por ello la fuerza de voluntad es diferente; estas diferencias personales son las que dan concepto y forma a este constructo social
Otra vez la culpabilización
En varias ocasiones diferentes pacientes llegan a terapia con una constante, todos ellos sienten culpa por algo que ocurrió en sus vidas, al momento de trabajar en lo que lo orilló a cargar esa culpa muchos de ellos se definen como personas débiles, que no tienen fuerza, que vienen a que los ayude a ser más fuertes y poder superar eso que los llevó a iniciar el proceso terapéutico.
Esas posturas de auto-culpabilización, o como lo mencioné en otros artículos como una cultura culpígena, trae consigo una carga de baja autoestima, poco auto reconocimiento y por consiguiente una imagen pobre de auto eficacia; como he dicho antes, nos juzgamos demasiado fuerte.
Por ello, cuando se presentan determinados eventos nos señalamos como responsables, solo lo negativo, pues no vemos los logros, se minimizan automáticamente. Explicado otro modo, un diálogo interno a menudo puede ser parecido a: «no puedo», «es culpa mía», «si fuera diferente, sería distinto», “no tengo fuerza de voluntad», o «no trabaje con suficientes ganas, por eso paso esto»; y con ello dejamos de ver que las cosas suelen ser mucho más complejas que una simple cuestión de “querer”.
No todo es cuestión de ganas
Nuestra visión se limita cuando solo vemos lo negativo en nuestras vidas, si bien puede sonar a una idea positiva no es así, se trata de ser más realistas, pues las frases positivas pueden darnos un impulso a iniciar algo, pero puede durar poco y sin otra frase motivacional cerca nos podremos detener, y en ese momento nos damos cuenta que desgraciadamente nuestro sueño requería más combustible que una actitud positiva.
Tener una actitud proactiva y energética ante la vida puede ayudar a sentirte bien, sin embrago, no evita que te sientas mal, somos humanos y tenemos demasiadas emociones que muchos no sabemos manejar, y con ellas una multitud de factores que están lejos de nuestro control. Entonces, por muchas «ganas» que le pongamos a algo, siempre existe la posibilidad de que las cosas no salgan como nos gustaría.
No todo depende de nuestra actitud, el contexto es importante, así como nuestra historia de vida y a veces habrá elementos que no depende de nosotros cambiar; si podemos, que bien, pero a veces, simplemente, las cosas salen mal.
Aquí entra el papel de un profesional que puede hacer mucho más…
Un cambio significativo no va a venir de una frase motivacional de algunos libros o redes sociales. Para ello es necesario ver tu contexto personal, ver cómo calificas tu vida, tus relaciones, tu éxito, y en ese sentido qué palabras significan más para ti, cuáles generan culpa, cuáles alegría, tristeza, enojo, etc., para de esta forma saber si quien las está diciendo eres tú, o solo las repites de la boca de alguien más.
Si tienes problemas emocionales es mejor acudir con un experto, y si crees que no te puede ayudar asistir con otro, este acompañamiento te ayudará a conocer por qué y para qué sirven ciertos acontecimientos en tu vida y el identificar esos elementos y factores que no dependen de únicamente de ti, por lo que crear una actitud de aceptación y más realista, que te motiven a modificar tu contexto un cambio con pautas aceptables. A veces, a pesar de esforzarnos mucho por algo, es posible que no lo consigamos; y con esta nueva actitud de vida, la persona no caerá tan fácilmente en la culpabilización y el diálogo interno castigador.
“Es en nosotros mismos que somos de una forma u otra. Nuestros cuerpos son nuestros jardines en los cuales nuestras voluntades son sus jardineros”. William Shakespeare.
Sobreviviremos al próximo lunes… si somos responsables y cuidamos de nosotros.
Nuevamente los invito a escribir cualquier duda, comentario, aclaración a mi correo alfredo.adj@gmail.com