IDEARIO

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Por Azu Macías

Flores y espinas… Voy caminando y en este camino que he transitado he recorrido una variedad de paisajes, algunos agradables y fáciles, algunos desagradables y con obstáculos difíciles. He podido apreciar las maravillas que la vida ha puesto ante mí, la diversidad que la naturaleza y la vida presentan, caminando por un paisaje maravilloso, rodeado de diferentes árboles, grandes y pequeños, con distintas tonalidades de verdes, flores maravillosas y olores exquisitos, sonidos lejanos y cercanos que deleitan los oídos agradablemente.

De frente hay un rosal encantador que llama la atención y entonces me acerco a él sin poder detenerme…. Puedo disfrutar su aroma, tocar la suavidad de sus pétalos, deleitarme ante su color intrépido y atrevido, al cortar una rosa deslicé mi mano sobre su tallo y encontré que esa maravillosa flor ¡Tiene el tallo cubierto de espinas!  Me ha dolido un poco, he de confesar, había olvidado esa parte intrínseca a la rosa, pero he recordado que aunque pudieran molestarme un poco esas espinas tienen su función, sirven para proteger ¡Qué maravilla la naturaleza, la vida!

Imposible separar la belleza de la fealdad, imposible separar la sensibilidad de la rudeza, el coraje de la sensibilidad, la fuerza de la vulnerabilidad, la valentía del miedo, el sosiego de la intranquilidad, el amor del desamor, los encuentros de los desencuentros, un hola, de un adiós… Y así he podido darme cuenta, que cada situación está completa.

Igual que cada uno de nosotros: Repletos de contradicciones… de amor y desamor, de alegría y amargura, de felicidad y tristeza, de amigos y soledad, de seguridad e incertidumbre, de fuerza y vulnerabilidad, de tranquilidad y angustia, de luz y sombra, de sabiduría y una pizca (a veces cucharadas) de estupidez.

Al igual que la rosa cada vez que he bajado por mi propio tallo he encontrado un poco de espinas que han servido para protegerme y aunque en mis tiempos de juventud creí que el rosal solo era apreciado por su belleza, ahora veo son precisamente sus espinas las que le permitieron crecer y llegar a ser hermoso, parece ser que en las personas y algunas situaciones se puede encontrar ambas.

Habrá que apreciar que cada situación, cada experiencia, cada encuentro está completo igual que aquella rosa, aprender a cerrar el ciclo de la experiencia: encontrar lo agradable en lo desagradable, lo bueno en lo malo, lo alegre en lo triste, la sabiduría en cada error, las fallas en lo que pareciera ser perfección, la ilusión en lo que parece ser verdad, la oportunidad cuando todo parece perdido, la relajación en el estrés, la tranquilidad en la agitación constante del pensamiento, el descontrol en el afán de controlar, la seguridad cuando uno se siente inseguro. Y hay que aprender a confiar, en que el que ama la rosa debe aceptar sus espinas.