¿Maduro e independiente?

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MTF. Alfredo Arévalo

La percepción que tenemos sobre nosotros en ocasiones es muy severa, como mencionaba en otros artículos, tendemos a ser juez y verdugo de cada acción que realizamos; sumado a ello escuchamos más claramente las críticas que los reconocimientos, es por ello que cuesta reconocer en nuestra vida algunos aspectos como la madurez o independencia.

En ciertas etapas de nuestra vida es natural que dependamos de otras personas, ya sea de nuestros padres o cuidadores, dependiendo de tus circunstancias; y en cierta etapa es necesario dejar de aferrarse a esos vínculos para iniciar otros nuevos con la pareja y los hijos (no desaparecen, solo tienen menos influencia en nuestras vidas), en este trayecto buscamos aprender a ser más independiente y no vernos siempre condicionados a los demás.

En ese momento también se presenta otra incertidumbre, ese paso a la adultez obliga a las personas a buscar la madurez, pues se tiene la idea de que ser adulto automáticamente te hace maduro e independiente, pero ¿cómo sabemos si en realidad lo somos? Pues no lo sabemos, la vida nos va moldeando y cuando superamos problemas y situaciones adversas, cambiamos y aprendemos para poder ser más capaces en un futuro.

Esta idea en ocasiones exige demasiado a las personas, al ser algo que no se puede medir de manera tangible se basa en ideas subjetivas que vas escuchando a lo largo de la vida, esto es lo que complica esta percepción, por ejemplo, alguien puede pensar que se llega a la madurez al vivir solo, o viajar lejos de su familia, y en cierta manera es verdad, pues madurar es entrar en un estado en el que aprendemos a desprendernos de las cosas, pero para otros puede significa empezar a comprometerse con algo o alguien y dejar de lado el individualismo y el egoísmo. En definitiva, cada persona identifica la madurez de acuerdo a su percepción personal y la idea de cómo podrá llegar a ser algún día.

Hay aspectos de la infancia que durante toda la vida son muy valorados, como la espontaneidad, la curiosidad y la falta de prejuicios, aspectos psicológicos que aun en la vida adulta son buscados y deseados. De esta manera la independencia ayuda a reconocer los valores o creencias a las que decides dar importancia, y ser más consistente.

Dejar de depender

Cuando dejamos el hogar, creemos que automáticamente somos independientes, sin embargo, solo cambiamos de lugar físico, psicológicamente las personas siguen teniendo una influencia en nosotros. El dejar de depender de los demás es importante para conocerte de forma individual, este problema se presenta en parejas que inician su vida, pero los padres siguen muy presentes, ya sea por los mandatos familiares o porque periódicamente expresen la forma en que deberían ser las cosas.

Otro aspecto presente, es el miedo que se tiene de ser solitario o amargado (por lo que se dice de ellos), pero la realidad es que la idea de la soledad no afecta, a menos que tengas antecedentes de alguna enfermedad mental y no hayas recibido terapia para solucionarlo. Lo que realmente caracteriza a estas personas es que no dependen totalmente de otras personas para cumplir con los objetivos que se plantean, no les molesta realizar actividades o metas en solitario.

Sin embargo, las personas independientes también son capaces de detectar cuándo necesitan ayuda en ciertos aspectos particulares, y no tienen inconveniente en pedirla, esto es olvidar el orgullo de creer que puedes hacer todo solo, reconoce que en ocasiones no puede solo con toda la carga de trabajo de algunas situaciones, y saben delegar funciones.

Auto aceptación

Como lo he dicho en otros artículos, es necesario comprendernos a nosotros mismos de manera más objetiva, y tener claro cuáles son nuestras fortalezas y puntos a mejorar, y sobre todo saber cuál es la voz que estamos escuchando cuando elegimos algo (papá, mamá, pareja, miedo, culpa, etc.). Este reconocimiento nos ayudará a comprender de mejor forma en qué áreas podemos superar solos, y en qué otras sería bueno tener ayuda.

Respeto a otras opiniones

El ser maduro e independiente, no nos hace dueños de una verdad absoluta sobre todo, por el contrario, hace que estemos dispuestos a escuchar a los demás para ampliar nuestras opiniones, incluso cuando no compartas sus puntos de vista. Solo se trata de no dejar que otras opiniones determinen nuestra manera de pensar o actuar, porque eso significa darle al otro el control sobre nosotros.

Reconocer emociones

La independencia significa ser capaz de relacionarse con otros sin llegar a depender de ellos, y la madurez sirve para recordarnos que hacemos lo que hacemos porque así lo decidimos. En la medida que logramos reconocer nuestras propias emociones así como las de los demás nos volvemos menos propensos a generar apegos afectivos que puedan complicarnos en diversas áreas de la vida.

Para ello es bueno cuestionarnos ocasionalmente ¿Qué es lo que siento? ¿Qué motiva esta emoción? ¿Vale la pena fomentar este sentimiento? ¿Me lo quedo o lo dejo ir?… En cuanto a las otras personas, se trata de reconocer en sus emociones que no podemos influir, y que las palabras que nos dicen solo tienen efecto cuando nosotros lo permitimos.

Aprender tareas domésticas

El querer ser independiente también significa serlo en todos los aspectos de la vida, no solo en los que creas necesarios, para ello es importante invertir tiempo y esfuerzo en aprender a hacer lo básico para vivir solo: cocinar, lavar y planchar la ropa, gestionar la economía doméstica, etc. Todo esto te ayudará a depender menos de las personas y a reconocer como nos gusta que se hagan las cosas en nuestro hogar.

El mejor día de tu vida y el mío es cuando asumimos la responsabilidad total de nuestras actitudes. Ese es el día en que realmente crecemosJohn C. Maxwell

Sobreviviremos al próximo lunes… si aprendemos que la empatía crea conexiones más duraderas con quienes nos rodean.

Nuevamente los invito a escribir cualquier duda, comentario, aclaración a mi correo alfredo.adj@gmail.com