Entre escaques

Por Susan Medina
Estimados lectores, es un placer saludarlos como cada semana.
Este pasado domingo en Aguascalientes se llevó a cabo la premiación del Abierto Mexicano de Ajedrez, con categorías desde la Magistral hasta la Cuarta Fuerza. También desde las infantiles y juveniles hasta senior y femenil. La cantidad de jugadores que recibió el torneo se alejó mucho de las expectativas de los propios asistentes, que asisten en busca del fogueo previo a los procesos competitivos de Olimpiada Nacional, Nacional Juvenil y Universiada Nacional. Las causas pueden ser muchas, desde el recurso de los propios padres de familia, el empalme con la Feria Nacional de San Marcos (que incrementó la tarifa en el hospedaje) hasta las propias condiciones de juego que presta la propia FENAMAC con costos de inscripción elevados, adquisición de credencial de afiliación sin entregar y no mucho incremento en los premios.
La exigencia de una mejor administración en la FENAMAC es un tema constante de plática entre los pasillos del torneo. Las exigencias de los padres de familia hacen juego con las de los propios jugadores. Y también con las de personalidades que siempre están presentes en los torneos y que nadie menciona: organizadores, árbitros, entrenadores y patrocinadores. Todos levantan la mano y señalan. Las inconformidades se presentan en redes una y otra vez. La asistencia a los torneos federados va cargada de resignación, desde la propia individualidad que no ve más allá del alcance de sus acciones, ansias de cambio y mejora.
Todos quieren más y mejor: de torneos, de cursos, de premios, de honestidad, de transparencia, de alternancia en las asociaciones, de rectitud y justicia en la entrega de normas, de entrega efectiva de premios. Y los mismos jugadores y padres con constante reclamo son los mismos que no asisten a los torneos de quien no tiene obligación de realizarlos, los que no exigen el cumplimiento del calendario de torneos mínimos a su asociación y quienes esperan recibir beneficios de quien no tiene deber de ayudarlos.
La honestidad y compromiso que se exige también debe ser aportado. Los grupos que hacen el ajedrez en los estados deben ser respaldados. Los padres deben participar activamente en la mejoría de condiciones para sus hijos: las acciones de la mayoría quedan en levantarlos cual estrellas y esperar que la magia de los apoyos y los torneos de fogueo a modo se le otorguen a requerimiento.
Ni hablar de un plan estratégico de crecimiento. Proyectos, planteamientos, objetivos: son palabras que se repiten por quienes están inconformes del actuar de siempre de quien ostenta la silla del poder. Saben que quieren otra cosa, pero no saben qué ni cómo plantearla. Mientras escribo estas palabras, viene a mi mente un chiste de una joven a la que un genio le cumple un deseo: ella pide un príncipe azul. Cuando el genio se lo entrega, ella comienza a llorar alegando que no es el tono de azul que ella quería. No existen proyectos integrales que satisfagan exigencias personales.
El ajedrez no es solo de los jugadores. Del ajedrez estamos enamorados todos. Para su crecimiento es necesaria la unión y el trabajo. Gens una sumus.

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