- Es el retrato fiel de la mendicidad, vive en un mundo ajeno a la realidad.
Con harapos, desaliñado y con una gran bolsa de basura a un lado, “El Hermoso”, lame un plato con restos de comida, es el retrato fiel de la mendicidad, pero increíblemente sonríe, vive en un mundo ajeno a la realidad.
Se trata de un mendigo que habita en los alrededores del Hospital Materno Infantil (HMI), él dice llamarse José de Jesús Díaz Cordero, pero los comerciantes ambulantes del lugar, irónicamente lo apodan “El Hermoso”.
Jennifer Rodríguez, comerciante ubicada frente a la puerta principal del nosocomio, comentó que le llaman así por la actitud del hombre de aproximadamente 40 años, “sí, vive en la calle, duerme en cualquier lugar y esa banca le gusta, viene a diario, es pacífico, no pelea, solo se ríe, es como si siempre estuviera contento, aquí entre los vendedores le damos comida, le gustan las gelatinitas”.
En un momento de aparente lucidez, el indigente dijo que hace muchos años trabajaba en una maderería, pero ahora se dedica a recoger cartón y botellas de pet que vende a los trabajadores de limpia, quienes en un buen día, le dan hasta 10 pesos, pero hay ocasiones en que solo obtiene dos o tres pesos.
Justo cuando platicábamos con “El Hermoso”, su rostro se iluminó, los ojos brillaron por la alegría que le produjó la presencia de una joven estudiante de preparatoria, que agradecida con la vida, quiso compartir con José de Jesús, dos gorditas que el hombre recibió como si se tratase de algo sumamente valioso.
Reía y reía, al tiempo que sus manos sucias se apresuraban a llevar la primera gordita a su boca, “soy feliz, estoy contento”, hablaba al tiempo que comía.
Por: Graciela Rosales / La Voz de Durango
