Entre escaques

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Por: Susan Medina

 

Estimados lectores, es un placer saludarlos como cada semana.

Este pasado fin de semana se llevó a cabo la elección de la nueva mesa directiva de la Asociación Estatal de Ajedrez de Durango A.C. Con 13 clubes presentes de un total de 20 se eligió nuevamente a Karla Teresa Solís Luna para el periodo del 2019 al 2023, tiempo que se agregará a los 8 años previos en el mismo puesto. Entre pocos ajedrecistas conocidos se aprobaron también los cambios a los estatutos. Presidentes de las asociaciones de ajedrez que se eternizan en el cargo los tenemos a lo largo y ancho de la República Mexicana. Desde Chihuahua pasando por Sinaloa, hasta llegar a Tlaxcala. No omito mencionar a Nuevo León, a Tabasco, Jalisco, Michoacán, IPN, Sonora, Quintana Roo, Hidalgo y Veracruz. Segura estoy que olvido a algún estado. Por supuesto la presidencia de la Federación Nacional de Ajedrez de México A.C. no se queda atrás. Con Raúl Hernández que mantuvo la posesión de la silla durante tres periodos desde el 2004 y pasó a la historia por este hecho, hasta su salida (léase con sarcasmo) en el 2016. La cara oscura de la luna en las asociaciones deportivas de nuestro ajedrez va más allá del coto de poder que permite señalar a los jugadores becados; de designar y promover árbitros y bloquear a otros; de asegurar la estancia de entrenadores por sobre quienes sí tienen resultados; de hacer gala de nepotismo en competencias oficiales. La presidencia de una asociación es un puesto que permite llevar el deporte como bandera de buenas intenciones y trabajo en el tejido social en el ámbito político. Los números no mienten: un club es un voto en una asociación. A su vez cada asociación es un voto para la FENAMAC. Las leyes, reglamentos y estatutos se aplican a discreción por la presidencia de nuestra federación. Los votos garantizados son bien recibidos pese a la ausencia de actas constitutivas y un negrito en el arroz de una asociación de izquierda basta para instaurar una comisión reorganizadora. Los viajes todo pagado, las normas, los títulos, los espacios laborales, las licencias y los votos son la moneda de cambio en el ajedrez de nuestro estado pasando por FIDE América hasta llegar a la FIDE. Cabe recordar la asistencia de Raúl Hernández al mundial Anand-Carlsen en Chennai, donde el expresidente no era miembro de la Junta Directiva de la FIDE, ni del Comité Ejecutivo ni de alguna de las 23 comisiones. Clubes bloqueados y ajedrecistas también son el resultado de la necesidad imperativa de mantener el control de un puesto. El ajedrez queda de lado. Espero sus comentarios en arbitrosusan@hotmail.com