>Angélica María y Angélica Vale presentaron con éxito su show ante una Plaza IV Centenario tapizada de asistentes.
Por Juan José Nava / La Voz de Durango
Una noche imborrable impregnada de anécdotas, recuerdos entrañables, música en vivo y por supuesto, chismes del espectáculo, formaron parte del cúmulo de vivencias que miles de personas atestiguaron durante el show de “Las Angélicas”, mismo que se presentó en Durango durante la noche del sábado 19 de octubre como parte del Festival Revueltas 2024.
Ante una Plaza IV Centenario, literalmente, tapizada de asistentes, las actrices y cantantes siempre bien recordadas y nunca olvidadas, Angélica María y Angélica Vale, madre e hija, regresaron triunfantes a este terruño tras más de una década y un lustro de no pisar escenario, diciéndose encantadas de volver.
El público visiblemente maravillado y afable ante este esperado reencuentro que venía anunciándose desde un mes, al fin aterrizó campante con una producción muy completa que incluyó voces, músicos y bailarines virtuosos en escena, mismos que lograron cautivar de manera inmediata.
Después de un efusivo saludo y mostrarse como unas verdaderas amigas en el escenario, Angélica María y Angélica Vale, también hicieron presente que el amor y la conexión entre madre e hija, está siempre latente en todos los momentos y se hace más fuerte e intenso cada vez más, traspasando el cansancio, los desvelos, angustias, las enfermedades y las circunstancias adversas que la vida a veces presenta, pues no todo es perfecto.
La noche vino bien recargada con una buena dosis de éxitos de recordadas piezas teatrales como “Papacito piernas largas”, “José El Soñador”, “Los tenis rotos”, “Mamá ama el rock”, “Chicago”, “Gigi”, “Vaselina”, “Mentiras” y “Miserables”, mismas que han formado parte del repertorio de sus respectivas carreras.
También vino la etapa del cine donde salió a relucir el inconfundible “Adiós Abuelo”.
Jugaron en repetidas ocasiones a la ruleta de la suerte virtual que, a través de una pantalla, definía diferentes géneros musicales que las propias artistas tenían que interpretar para aderezar el show, pues como bien dijeron, la vida es una tómbola.
Y así fue, hubo de todo, baladas rancheras, baladas del recuerdo, un poquito de rock and roll, temas de desamor cortavenas y otras más de corte popular que en el referente colectivo siguen cautivando y siendo objeto de coreos y vítores en cada presentación.
“Las palomas”, “¡Ay, papacito”!, “Johnny El Enojón”, “La Basurita”, “Tu sigues siendo el mismo”, “Tonto”, “Dile adiós” y más, continuaron en el repertorio, mientras una lluvia de fuegos artificiales se apreciaban sobre el cielo de Durango.
Angélica Vale abrió el cofre de los tesoros para sacar entre todo un cúmulo de tiliches, pelucas, vestidos y toda una serie de cosas para ataviarse de diferentes artistas mexicanas bien conocidas con la intención de mostrar sus dotes histriónicos, producto de la preparación que ha logrado en más de 30 años de trayectoria artística en la que ha cosechado el éxito en la pantalla chica debido a su participación en distintas telenovelas y en teatro.
Pero aquí fue más que un juego de imitación, todo un espectáculo. Se vistió de Yuri; emuló la sonrisa inigualable y magnificente de la bella Lucero; se puso las greñas asemejando la cabellera larga de la Gloria Trevi de los años noventa y con la ayuda de sus bailarines en escena, se arrastró, dio machincuepas y vueltas en el piso; asimiló también la voz aguardientosa de Alejandra Guzmán, igualó la voz «fresa» de Paulina Rubio y también se puso los vestidos de lentejuela ultraajustados al cuerpo para mimetizarse de Laura León “La Tesorito” y de Paquita La del Barrio.
También, Vale recordó con entereza el éxito que el público le confirió cuando se convirtió en Leti “La Fea” y reveló, entre bromas, sus noviazgos de juventud y toda una serie de peripecias que ocurrían tras bambalinas muy por fuera de lo que la gente vio en pantalla.
Y la siempre recordada, única e irrepetible “Novia de México”, Angélica María, no se quedó atrás y convocó a la audiencia a trasladarse a las décadas de los 60s y 70s para recordar la siempre bien coreada “Eddie, Eddie” al compás de un bullicioso ritmo pegajoso donde de repente, aparecieron en el escenario los hijos de Angélica Vale, Angélica 4 -porque lleva el mismo nombre que su bisabuela, abuela y mamá- y Daniel, quien se vistió del galanazo Eddie; ambos infantes compartieron pequeños detalles y encantaron al público con su talento.
Tras más de 100 minutos de espectáculos, la recta final trajo los temas “A dónde va nuestro amor”, “Aquí estaré”, “Yo que no vivo sin ti” y tras el siempre realizado falso final, regresaron con “Macumba” y “Gracias”, donde no pudieron contener expresiones de asombro ante el cariño de los duranguenses, diciéndose siempre agradecidas, pues los éxitos, los cosecha el público.